domingo, 14 de junio de 2009

Consultorio

EL TESTIMONIO: "La cena echa por tierra todos mis esfuerzos por cuidar la línea. No la perdono por nada del mundo. Cuando regreso a casa, al caer la tarde, ya empiezo a tener apetito. Durante el día tomo fruta y verdura, controlo mucho lo que como para no engordar, pero después de trabajar ocho horas, hacer la compra, lavar la ropa y acostar al niño, estoy hambrienta y siento que mi esfuerzo se merece una pequeña recompensa. Por pereza, preparo cosas de picoteo: unas tostaditas, quesos, embutidos... con lo que acabo comiendo de más sin darme cuenta. Y si hay dulces en la despensa, me resulta imposible no probarlos, pues me apetecen muchísimo".

LA RESPUESTA: “De grandes cenas están las sepulturas llenas, pero de no cenar, muchas más”. Ya sé que los refranes no son lo más científico de lo que podamos echar mano, pero también es cierto que se basan en la observación y la experiencia. Por eso creo que comienzas tu carta estupendamente: “La cena no la perdono por nada”. Y así es, no la tienes que perdonar. Y sigues de maravilla: “Durante el día controlo mucho lo que como”, y eso también está muy bien. El problema aparece a la hora de la cena.
La experiencia me ha hecho observar que la hora más proclive al picoteo es la última hora de la tarde y en general creo que se debe a dos factores. Por una parte, suele presentarse en personas que, por su jornada laboral o por costumbre, han comido poco y/o mal repartido a lo largo del día y llegan al final de la jornada con la reserva bajo mínimos. Por otra parte, es generalmente a esa hora cuando tras la vorágine de la actividad diaria tenemos un rato de tranquilidad, nos sentamos frente al televisor, cruzamos las piernas sobre la mesa, sacamos la bandeja con “munición pesada”… lo que unido al factor anterior trae como consecuencia el picoteo indiscriminado más que una cena en condiciones.
Mi consejo te lo daré con otro refrán: “Desayunar como un rey, comer como un príncipe y cenar como un mendigo”, a lo que tendríamos que añadir un tentempié a media mañana y otro a media tarde. De esta forma llegarás a la cena con menos ansiedad. Y cuando se come con menos ansiedad, se come más despacio, se mastica mejor y en definitiva, se come menos. Además seguro que duermes mejor y al día siguiente te será más fácil hacer un desayuno en condiciones.


4 CONSEJOS:

1.- No te la saltes: La cena, junto con el desayuno y la comida del mediodía, es una de las tres principales comidas del día y por tanto es un error prescindir de ella pensando que así adelgazarás más y mejor. Irte a la cama sin cenar solo conseguirá que descanses peor y probablemente, que asaltes la nevera de madrugada.

2.- Proponte un cambio: Si eres de las que desayunan poco y cenan mucho, prueba a cambiar lo que cenas por lo que desayunas y viceversa. Probablemente te sorprendan los resultados.
3.- Una buena opción: Un par de piezas de fruta y un yogur desnatado es una cena suficiente, sabrosa y fácil de preparar. Puedes mezclar en un bol la fruta troceada con el yogur, que también puede ser de sabores.
4.- Pasea la cena: Igual que es bueno echar una siesta tras la comida de mediodía, no es recomendable acostarse nada más terminar de cenar. Si te es posible, intenta dar un paseo después de la cena.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha gustado el consultorio, me parecen muy buenos consejos. A mi tambien me suele pasar que al terminar el dia me da mas ansiedad por comer, asi que me busco mis trucos; uno de ellos (aunque parezca una tonteria) es dedicarme a "cuidarme", me explico, trato de salvar esos minutos de ansiedad( porque tengo comprobado que son minutos) poniendome una mascarilla, o haciendome la manicura, o aplicandome esa crema anticelulítica tan cara que compré y no la uso con la constancia que debiera... al final te sientes un poco mas "guapa" y te animas. En definitiva cuando me asaltan las ganas de atacar al frigorifico simplemente cambio de "actividad" y me doy otra alegria. Saludos
Sara

Soledad dijo...

Hola,me parece muy interesante el blog, particularmente los consejos.

Jose dijo...

Hola a ambas.
Me ha gustado que os guste lo que escribo.
El comentario de "anónimo" me parece muy acertado. No sería la primera vez que he dado ese consejo en la consulta a alguna de mis pacientes. Es lo que podemos definir como reconducir la ansiedad para buscar, en este caso, un doble beneficio: salvar la tentación y darse otra satisfacción.
Seguro que sirve a más de una. Gracias.