sábado, 12 de junio de 2010

hay quien come lo que quiere...

Hay algunas personas que protestan porque, según ellas, hay quien come lo que quiere y no engorda.
Cierto es que hay por ahí alguna “rara avis” que realmente come mucho y sin embargo se mantiene delgado. Estas son personas que tienen un metabolismo basal muy alto y que consumen mucha energía de una manera o de otra. Otras veces lo que ocurre es que hacen un gran consumo de calorías de una sola sentada y el resto del día lo pasan casi sin comer y la siguiente anécdota expresa muy bien lo que sucede en muchas ocasiones.
Una tarde de verano, al salir de la consulta, fui a buscar a mi hijo a la piscina, a donde había ido con su abuela. Allí se juntaba todas las tardes un corrillo de mujeres que habían hecho amistad. Cuando llegué, como no es extraño que ocurra, salió la conversación de las dietas y el control de peso. Recuerdo que había dos mujeres jóvenes, de aproximadamente la misma edad, y ambas profesoras del mismo colegio. Una de ellas estaba delgada y la otra más bien rellenita. Esta segunda se quejaba de que siempre tenía que tener mucho cuidado con lo que comía porque tenía una gran tendencia a coger peso. Sin embargo, la más delgada decía que afortunadamente ella no tenía ese problema, pues comía lo que le apetecía y no engordaba. Al cabo de un rato, se pusieron a merendar y les hice notar una curiosidad: La que siempre andaba cuidándose, sacó de la bolsa un bocadillo (pequeño, eso sí, pero bocadillo al fin y al cabo) mientras que la que comía lo que le apetecía, sacó una manzana (grande, pero manzana).
Seguramente si a la que comió el bocadillo le hubieran mandado comerse una manzana, le estarían haciendo una faena, mientras que la otra disfrutaría comiéndola.
Por eso, una de las cosas importantes que nos tenemos que plantear al hacer una dieta de adelgazamiento es que en lugar de penar por lo que nos gusta y no podemos (o mejor, no debemos) comer, hemos de disfrutar todo lo que podamos de los alimentos que nos gustan y sí podemos comer. Y, si nos damos cuenta, volvemos a comprobar que el hacer bien un tratamiento de adelgazamiento es más una cuestión de actitud que de fuerza de voluntad. Y nosotros podemos elegir y poner en práctica una actitud positiva o de rechazo. Cuesta lo mismo y es mucho más provechoso y agradable la primera.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Jose, excelente reflexión; al final es estrechísima la relación actitudinal entre lo espiritual y lo somático (Mens sana in corpore… “in sepulto”, que decía un amigo mío).
Aplicaré tu lección ahora que ya me preocupan un poco los kilos demás que estoy almacenando por culpa de ese círculo vicioso derivado del no poder hacer ejercicio… pero todo se andará, nunca mejor dicho.
Espero y agradezco tus lecciones magistrales.
Un abrazo, Jq
Fdo.: J. Joaquín Moreno P.

Jose dijo...

Pues ya ves, Joaquín. Sigo pensando que para casi todo, el planteamiento y la actitud son tan importantes como el trabajo para conseguir lo que nos hayamos propuesto.Por lo menos es un buen punto de partida para dar el primer paso. Una vez dado ese primer paso, solo hay que seguir caminando ¿no te parece?

Anónimo dijo...

Hola Jose, que cierto es lo de que es cuestión de actitud y fuerza de voluntad. Pero a veces que dificil es llevarlo a la práctica y ser constante. A mi me está constando mucho tener fuerza de voluntad pero tendré que sacarla de donde sea y ser contante.

un saludo

Bea.

Jose dijo...

Hola Bea. ¡¡¡Por fin!!! te has decidido a escribir algo. Esto, como el tema de la dieta, es cuestión de proponérselo y una vez que te lo has propuesto, de poner manos a la obra, porque si no te mueves, no avanzas.
Y ya sabes, si quieres, en serio, puedes. En serio