viernes, 23 de diciembre de 2011

feliz navidad

La Navidad es una ocasión propicia para buscar los mejores sentimientos del corazón y enviarlos a las personas queridas.
Es tiempo de compartir en familia y con los que más queremos la alegría de la llegada de un espíritu que renueva nuestros corazones. Es tiempo de festejar, de dar sin esperar a cambio, de crecer, de ser solidarios, de saber ser amigo, de adornar tu vida con los mejores valores. Valorar la paz y la generosidad es comprender el verdadero significado de la Navidad porque en realidad, la Navidad no es un momento ni una estación, sino un estado de ánimo que puede (que debe) durar todo el año.
Con todo mi cariño y un fuerte abrazo os deseo que la magia de la Navidad os ilumine y os ayude a conseguir vuestros sueños y que podáis disfrutarla en un ambiente de felicidad, armonía, salud, alegría y rodeados de mucho amor.

domingo, 18 de diciembre de 2011

un día de estos

Esta mañana he escuchado la canción “La mala costumbre” de Pastora Soler (la tenéis al final de este post).
Esta tarde he visto una película mejicana que me ha encantado y que os recomiendo que la veáis si tenéis ocasión. Se titula “el estudiante” y no pienso contaros de qué va para que si la veis no lo hagáis condicionados.
Tanto la canción como la película me han recordado un texto que leí hace tiempo y que más o menos (en este caso, parecido sí es lo mismo) dice algo así:

Nunca guardes ni dejes nada para una ocasión especial, cada día que vives es una ocasión especial.
Entiende que la vida es un conjunto de experiencias para gozar, no para sobrevivir.
Pasa más tiempo con tu familia y amigos.
Disfruta más y limpia menos, siéntate en la terraza y admira el panorama sin prestar atención a los hierbajos del jardín.
No guardes nada sin estrenar. Usa tu mejor vajilla. Ponte el traje nuevo para ir al supermercado si te apetece. Usa tu mejor colonia todas las veces que te apetezca.
Elimina de tu vocabulario las frases “algún día…” y “uno de estos días…”
Piensa en esas pequeñas cosas no hechas que no dejarías para más adelante si supieras que tienes las horas contadas. En los amigos que dejarías de ver porque los verías “uno de estos días”. En las cartas o e-mails que dejarías de escribir porque lo harías “algún día”…
Piensa en que ya no podrás decir a tu pareja, a tus padres, a tus hermanos, a tus hijos cuánto les quieres. En que ya no podrás pedir disculpas…
Intenta no guardar nada que pueda añadir risa y alegría a tu vida y a las de los que te rodean...
Éste es un día especial. Cada día, cada hora, cada minuto es especial.
Si merece la pena hacerlo ahora... ¿por qué esperar?



martes, 6 de diciembre de 2011

perseverancia

Hacía tiempo que no incluía en el blog ningún bonito palabro y hoy, dedicado a él/ella ya sabe quién, quiero hablar de la perseverancia.
Perseverancia, según nuestro amigo el DRAE, significa: acción y efecto de perseverar. Y perseverar: mantenerse constante en la prosecución de lo comenzado, en una actitud o en una opinión.
La perseverancia es una cualidad común a las personas que, lejos de amilanarse ante las dificultades o la adversidad, redoblan sus esfuerzos para conseguir los objetivos que se han fijado.
Muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas y triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente el resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo.
Quizás por esa misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados a corto plazo, abandonan súbitamente la tarea justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.
Es necesario entender que solo consiguen sus objetivos aquellos que luchan de forma perseverante y saben esperar el momento adecuado, a pesar de que en muchas ocasiones nos encontraremos en situaciones en las que nos parecerá que nada avanza, que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante.
Quienes no se dan por vencidos, van creando gradualmente los hábitos y el temple que les permitirá obtener el éxito cuando éste, al fin, se materialice.
El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación. Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros. Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia.
Perdemos la fe cuando los resultados no se dan en el plazo que esperábamos, abandonamos nuestros sueños, nos generamos patologías como la ansiedad y el estrés, pero… ¿para qué?

Os voy a contar una historia:
Sucede algo muy curioso con el bambú que lo transforma en no apto para impacientes: siembras la semilla, la abonas y te ocupas de regarla constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, hasta tal punto que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles.
Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de solo seis semanas la planta de bambú crece ¡más de 30 metros!
¿Acaso creéis que tardó solo seis semanas en crecer? No. Lo cierto es que se tomó siete años y seis semanas para desarrollarse.
Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener al cabo de siete años y convertirse en la planta con el crecimiento más rápido que existe en todo el reino vegetal. Entonces se hace tan poderoso que aunque lo cortes varias veces seguirá creciendo hasta los 30 metros en un solo  mes. Sus siete años de preparar sus raíces le dan la fuerza para ello. Su vida está en su raíz y aunque cortes el tallo, este seguirá creciendo.
Su sabiduría al prepararse apropiadamente le predestina para el éxito. 


Y a nosotros nos ocurre lo mismo.
En esos momentos de bajón que todos tenemos, debemos recordar el ciclo de maduración del bambú y aceptar que, mientras no bajemos los brazos ni abandonemos por no ver el resultado que esperamos, está sucediendo algo dentro nuestro: estamos creciendo,  madurando.
Si creemos en lo que hacemos y nos armamos de paciencia para sortear los obstáculos que se nos presentan en el camino, si no perdemos de vista nuestras metas y luchamos contra el cansancio o el desánimo, sentiremos una incomparable satisfacción cuando tengamos ante nosotros el fruto de nuestro esfuerzo.
Tiempo… como nos cuestan las esperas, qué poco ejercitamos la paciencia en este agitado mundo en que vivimos. Por eso, os propongo aprender del bambú y tratar de recuperar la perseverancia, la espera, la aceptación.
Si no consigues lo que anhelas, no desesperes… quizá solo estés echando raíces…