domingo, 4 de marzo de 2012

luz del mundo

Había una vez un hombre que caminaba de noche por las calles oscuras llevando una lámpara encendida. En un momento determinado, se cruzó con un amigo que le preguntó: ¿Qué haces con una lámpara en la mano si tú eres ciego?
El ciego le respondió: Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Conozco las calles de memoria. Llevo la luz encendida para que otros encuentren su camino cuando me vean...

Aquí está la moraleja: Podemos alumbrar nuestro propio camino pero también ayudar a que otros encuentren el suyo con nuestra luz.
No sólo es importante la luz que nos guía sino también la que usamos para que otros puedan servirse de ella. Alumbrar el camino de otros no es tarea fácil. Muchas veces en lugar de ser luz y alumbrar a los demás, les aportamos nuestras propias sombras (el egoísmo, el desaliento, el resentimiento, la crítica fácil, el odio, el desamor...) oscureciendo y dificultando aún más su camino.

"Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en lo alto de un monte; ni se enciende un candil para meterlo debajo del perol, sino para ponerlo en el candelero y que alumbre a todos los de la casa. Alumbre también vuestra lus a los hombres; que vean el bien que hacéis y glorifiquen a vuestro Padre del cielo". Mt 5, 13-16.




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