jueves, 30 de noviembre de 2017

antiestrés

Ante una situación estresante, nuestro organismo produce una hormona que se llama cortisol, que es la sustancia que nos hace estar más alerta y prepararnos para el ataque o la huida permitiéndonos  correr más, que nuestro corazón bombee más sangre e  incluso que no sintamos tanto el dolor de una herida que nos podamos ocasionar.


Pero de la misma manera que nuestro organismo segrega cortisol cuando sentimos estrés, también existen otras hormonas capaces de relajarnos y de producir en nosotros una sensación de bienestar. Entre estas hormonas destaca la oxitocina.


La oxitocina se produce en situaciones placenteras muy diversas, por ejemplo recibiendo  un masaje, haciendo ejercicio, manteniendo una agradable conversación con otra persona, teniendo relaciones sexuales, sintiendo, pensando y actuando positivamente, ayudando a los demás, paseando por la naturaleza, riendo y acariciándonos, etc, etc.


Parece ser que la risa también puede ayudarnos a reducir el estrés. De hecho, tenemos una tendencia natural a fijarnos en las caras sonrientes  (incluso a que nos parezcan más atractivas) y su expresión se contagia con facilidad. Reírnos relaja la musculatura y nos permite estrechar lazos con los que nos rodean. 


La oxitocina no solo nos relaja, sino que también nos ayuda a aumentar nuestra confianza y a relacionarnos mejor con los demás, lo que a su vez puede servirnos para reducir el estrés.


Si seguimos estos consejos y procuramos vivir en calma, no solo afrontaremos mejor las situaciones de estrés sino que estaremos aportando nuestro granito de arena para conseguir un mundo mejor.
 






sábado, 11 de noviembre de 2017

ámate

Está muy bien eso de pensar en los demás. Lo que a mí no me parece que esté tan bien es pensar solo en los demás. De vez en cuando tenemos que pensar un poquito en nosotros mismos.

A mucha gente le parece una frivolidad el intentar cuidarse pero sin embargo animan a sus seres queridos a que solucionen sus problemas para que no se resienta su salud.

En más de una ocasión he oído a distintas personas decir que no les duelen prendas en ocuparse de cuidar a sus seres queridos, pero que en lo que respecta a ellas mismas son un auténtico desastre porque el hecho de cuidarse y prestarse un poco de atención les hace sentirse un tanto egoístas. 

Pero debemos pensar de otra manera. Si lo que nos apetece es dedicarnos a los demás y cuidar de ellos, flaco favor les hacemos (y nos hacemos) no cuidándonos a nosotros mismos, puesto que si queremos estar en perfectas condiciones para cuidar de los demás, necesitaremos prestarnos un poco más de atención. Si no lo hacemos, llegará un momento en que flaquearán nuestras fuerzas y no podremos cuidar de los otros como a nosotros nos gustaría. Además puede suceder que precisamente por no cuidarnos, enfermemos y entonces, además de no poder cuidar de los demás, les obligaremos a tener que cuidar de nosotros.

Hasta en los mandamientos nos dicen “Amarás al prójimo como a ti mismo”, lo que quiere decir que debemos amarnos a nosotros mismos primero. Empecemos por nosotros. Amémonos a nosotros mismos y así estaremos listos para poder amar a otras personas. Tratémonos con cariño y con mimo. No se puede dar lo que no se tiene y por eso, si nos amamos mal a nosotros mismos, amaremos mal al prójimo.

Visto de este modo, el hecho de preocuparse uno de sí mismo, de quererse un poquito más, dista mucho de ser un acto de egoísmo para convertirse en un acto de amor, no solo hacia uno mismo sino también hacia los demás.

Además, si los demás nos quieren de verdad, se sentirán felices de vernos contentos y en perfectas condiciones, con lo que tenemos otro argumento a nuestro favor para ser un poquito egoístas. Seguro que a ellos no les parece mal que nosotros nos cuidemos, aunque solo sea para que nosotros les podamos cuidar (¿no son también un poco egoístas?)

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Al fin y al cabo, eres uno de tus mejores amigos y a los buenos amigos también hay que cuidarlos ¿no te parece?